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| Tema: [21/03/2011] 09:55am]256: El triste número de la muerte Lun Mar 21, 2011 9:56 am | |
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- 21/03/11 La estadística crece. Nada detiene a la violencia en el fútbol. Son 87 años desde la primera víctima.
INCONTENIBLES. PALOS EN ALTO, FIEREZA, CARAS TAPADAS PARA IR A LA GUERRA. LOS VIOLENTOS DE SAN LORENZO DESAFÍAN DESDE EL OTRO LADO DEL ALAMBRADO Una nueva víctima tiene el fútbol argentino. Un nuevo hecho de violencia que dejó sin espectáculo a miles de hinchas. La estadística, según el registro que lleva la ONG Salvemos al Fútbol, dirá que Ramón Aramayo es el hincha número 256 que pierde su vida por un hecho relacionado con el fútbol . Entre los motivos, a lo largo de la historia, aparecen enfrentamientos entre hinchas, represión policial, zonas liberadas, venganzas, falta de previsión y negligencia. Todas razones con un denominador común: el germen de la violencia.
La lista es larga. La historia es vieja. El mismo malogrado mensaje de paz, de tolerancia, de convivencia que intentaron enviar los directivos de Vélez y San Lorenzo, lo realizaron los dirigentes sudamericanos en vísperas de la Copa América de 1924, cuando sucedió l a primera muerte relacionada con el fútbol en el Río de la Plata . Para esa época la rivalidad y la hostilidad entre argentinos y uruguayos era enorme. Entonces, los organizadores colgaron carteles en la entrada del estadio del Parque Central invitando a la gente a vivir el torneo como una fiesta. “ Cada espectador debe impedir que en este gran torneo unos cuantos exaltados viciosos del desorden o pobres de espíritu comprometan nuestra honda y sincera amistad ”, decía uno de los folletos que repartía la revista El Gráfico en la entrada. Esos esfuerzos no pudieron evitar el clima adverso que vivieron los jugadores argentinos ni el desenlace final. El 2 de noviembre de 1924, el clásico rioplatense terminó 0-0 y los uruguayos se consagraron campeones. Por la noche, en el hotel donde se hospedaban los jugadores argentinos, una discusión verbal terminó en un asesinato. El autor, José Lázaro Rodríguez era un conocido hincha de Boca, amigo de varios jugadores. La víctima, Pedro Demby, un empleado del Banco Italiano que se había metido en la discusión. Rodríguez sacó un arma y le disparó dos tiros. El agresor fue atrapado tiempo después y estuvo al menos un año y medio en la cárcel de Devoto. Pasión con violencia. Un germen que ya estaba instalado en la década del 20.
El profesionalismo no logró calmar los ánimos. Ni adentro ni afuera de la cancha. El primer Boca-River, en 1931, no terminó porque los tres jugadores de River expulsados por el árbitro no quisieron retirarse del campo de juego. El partido se suspendió y hubo incidentes en los alrededores del viejo estadio de madera de Boca. El 14 de mayo de 1939, dos hinchas de Boca murieron en la tribuna de Lanús víctimas de balas policiales. El clásico River-San Lorenzo del 2 de julio de 1944 terminó con nueve muertos y más de cien heridos en una avalancha producida en la tribuna popular de River, sobre la Avenida Figueroa Alcorta, porque una de las puertas estaba clausurada. Mucho peor fue la tragedia de la Puerta 12, en el mismo estadio, el 23 de junio de 1968. El lugar por donde debían salir los hinchas de Boca, insólitamente, estaba cerrada y murieron 71 personas por golpes y asfixia tras varias avalanchas. Mejorar los accesos y las comodidades para la gente sigue siendo una asignatura pendiente para los dirigentes argentinos.
Pero fue en la década del 60 cuando se inició el mayor flagelo para el fútbol argentino, cuando se institucionalizaron las barras bravas, es decir, la connivencia entre dirigentes, fuerzas policiales y barras , que encontraron en este deporte un negocio más rentable que la pasión. La lista de muertos creció especialmente en los últimos años. Por represión policial desde mediados de los 70 hasta fines de los 80 (Adrián Scaserra en 1985), por choques entre barras rivales o emboscadas (como los dos hinchas de River en 1994 o Emmanuel Alvarez, de Vélez, en 2008) y por internas en la misma barra por el manejo millonario (Gonzalo Acro y Pimpi Caminos).
Barras violentos, hinchas necios y vengativos, y policías que actúan en exceso fueron esta vez un cóctel demasiado explosivo. El resultado: un muerto y varios heridos. Sin pasión. Con violencia.
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